Angustia

Creo ahogarme en bastante menos y lo más parecido a un medio vaso de agua; se da siempre con más frecuencia, o igual exagero algo, ¡sí!, aunque a flor de piel brote en principio así. — Miro a ‘mi’ mami y, lo que más deseo es darle mi aliento, reír con ella, o que ría solo ella; pero que ría. Necesito hacerle entender que la amo con todas mis fuerzas, sin condiciones, tapujos, rincones sucios […]

Hoy me acompañó al médico, quedamos a las 12:30h, pero, me llamó diciéndome: hija, los autobuses tienen retraso (!) Llegó a casa asfixiada, ja, ja, ja, corría como una niña pequeña… Al llegar al médico (puntuales finalmente ¡!), no quiso entrar a la consulta conmigo: «No hija, pasa tu sola, porque si digo algo que no quieres, me das la charla»… 

Finalmente, a mi salida tras hablar con la doctora, allí estaba ella, esperándome, — en pie, pegada a la puerta. – ¿Le has dicho todo lo que tenías que decir a la doctora, Loli? – Uys mamá, eso que dices (…) – ¡Ya lo sabía yo!

No preguntó, no me recordó, ni repasamos como va esa especie de cáncer que desde hace años vive en mi cuerpo (…) — A lo que no puedo más que estarle inmensamente agradecida; su dolor es/triplica el mío, sentir su sufrimiento es infinitamente mayor que cualquier tipo de cáncer. Desde que ‘mi’ papi se fue, al puzzle de mi vida se le perdió una de sus piezas vitales; imagino que para ella, pueda significar algo parecido, o más si cabe.

No obstante, ver a ¡mi mami! y la manera en como actúo siempre y ahora, su aptitud, como vive que ‘su Loli’ aún siga aquí, en este mundanal mundo (infernal, per certi versi), con ella y luchando con garras… disipa con creces ese tipo de angustia; chapeau mamá.

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— Loli Lopesino

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Painting – Bodegón: Loli Lopesino