
Un escrito encontrado en una zona relegada de hace algún tiempo, acaba por convencerme para dar cuerpo y peso a un discurso integrándolo en otro tema. Como introducción podría bastar ya que, a decir verdad, es milenario: la comparación entre la luz y la sombra.
Para entender cómo actuar hay que tener conciencia o plantearse que el enemigo cuenta, al menos. Le hemos transferido el poder de decidir por nosotros/as renunciando a nuestra libertad, a la soberanía de la persona, –no me refiero al individualismo, por cierto– permitiéndole arrancar de nosotros uno de los poderes más grandes: el de la responsabilidad hacia el mundo y el poder de construir para bien, por tanto.
Una gran parte de la humanidad ha bloqueado todo impulso vital porque se ha dejado envolver por el miedo, disponiendo sacrificar toda esa forma de soberanía. Nos hemos convertido en los guardianes de un campo inmenso de concentración de conciencia, capos de nosotros mismos, los capos de nuestro espíritu. El asertimiento se convierte en un ancla y brutal consuelo para quien perdió el recuerdo de su origen o lo niega.
Alguien dijo que somos intrépidos cuando ya no tenemos nada que perder. Una lástima […]
— Loli Lopesino
Imagen: Thrive by Cape Town-based installation artist Daniel Popper
Quizás sea que se ha quebrado un hilo de pensamiento que nace en la remota antigüedad. Podríamos decir que la democracia se sustenta en estanterías repletas y que la felicidad se apoya en el consumo constante o que la libertad, se pierde junto al tiempo para hacer algo bueno por los demás. Podríamos pensar en voz alta corriendo el riesgo de estar equivocados y ser diferentes. Un abrazo.
Me gustaLe gusta a 1 persona
¡Hola, Carlos!
Podríamos, podríamos decir como apuntas y pensar en voz alta, ciertamente. Muy bellas tus palabras.
Gracias, un abrazo enorme.
Me gustaLe gusta a 1 persona