Lola.

_ ¿Aún sigues, así?

 

_ ¡Aún sigo, aquí! ¿Qué clase de pregunta es esa…? ¿¡Acaso te molesta!?

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 (Sonrisa) _ Sí.

 

_ Pues lo siento, pero ¿qué esperabas después de lo que me hiciste? 

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 _ Que mitigaras, aprendieses a superar aquello que porta, entristece como nada tu corazón, empaña tus preciosos ojos, te llevará a olvidarme

 

_ ¿Olvidarte? Ja, ¡que gracia…! No te parece suficiente con lo que me has ocasionado en estos seis años, ¿aún pretendes más? Me exiges lo imposible; esperas de mí lo que jamás seré capaz

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 _ ¿Quieres que te compadezca? Nunca lo hice, eres consciente de ello, por ti nunca sentí pena; siempre te quise por lo que/quien eras, y así continua, lo seguirá siendo

 

_ Un momento, para el carro… no sigas, deja de mentirme sí? Ya lo hiciste una vez, ¿no recuerdas, lo olvidaste verdad? Te lo recordaré entonces

 

(Sonrisa) No te pases Lola, te conozco y se que terminarás llorando, o con morros, aún diciendo la verdad, te pierde la mala hostia que tienes

 

_ No, encima ni hablar me dejas, claro, no te conviene. El que pueda recordarte tus promesas incumplidas te molesta; tú y yo sabemos que fue así, me lo prometiste… ¿¡y!? ya ves 

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 _ Y quizás no debí hacerlo, visto lo visto, ¿¡hubiera sido mejor darte un guantazo!? Después de la que me liaste… saliendo de casa como ‘lobezno’, encabritada; dejándome… con la palabra en la boca, diciendo que te marchabas a un hotel

 

_ ¡Y riéndote de mí! Bueno, no exactamente… (je;je) Es que, no me hacías caso, pasabas de mí… te lo decía, te lo advertí ‘joer’. Estaba segura de que terminaría así, lo que no sabía era como poner remedio. Los silencios, las miradas entre tu y yo lo decían todo; siempre fuiste hombre de pocas palabras… aunque comunicativo como pocas personas he conocido

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 _Entonces ¿por qué recuerdas con tanto énfasis aquella noche? Yo te lo diré… aquella noche además, sí — al prometerte lo imposible, sacamos de nosotros, como muchas otras veces — lo mejor y peor ocasionando a la par sufrimiento y bálsamo a nuestro ser. Después de haber pasado, vivido contigo lo indecible, aquella noche terminó con palabras jamás pronunciadas; ¡aunque solo cambió la forma, como tu misma has reconocido!

 

_ ¡Solo quería hacerte, que fueras lo más feliz posible; hacerte entender que hubiese dado y sin pensarlo dos veces la vida por ti!

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_ Aún puedes… seguir haciéndome feliz. Coge el pañuelo que te dí aquella noche y ahora se tú la única que seque las lágrimas; pero no la de tus ojos, si no las de tu rabia, impotencia… Las que como dije, están haciendo posible que olvides mi existencia

 

_ Sí, lo llevo siempre conmigo, en el bolso, con el que secaste tus lágrimas y las mías. Recuerdo, como rodeaste mi cara con tus manos… como yo rodeé, agarraba las tuyas con todas mis fuerzas y alma ensangrentada rogándote que no me abandonaras, que cumplieras tu promesa

¿pero jolín como puedes decir, pensar qué podría estar olvidándote?

 

(Sonrisa) No tienes culpa de lo ocurrido, tomaste la decisión correcta… como ahora sé — porque eres cabezota a más no poder — que deseas qué te diga el ¿por qué?:

Bien, te lo diré, porque ¡sabes muy bien! olvidas que siempre confíe en ti, en tu criterio Lola

 

_ Lo siento, por la enésima vez, perdón… por añorar tu ser tanto, echarte de menos de esta manera, por aferrarme al recuerdo y dolor que más me quiebra, causa en mí el no tenerte aquí, presente, a mi lado; por seguir persiguiendo, anhelando y queriendo ser la misma que era, por seguir enfadada contigo sin motivo alguno. Junto a ti partió el fragmento que porta equilibrio, seguridad, protección, amor

Por necesitar infinitamente de tu Palabra, Mirada, Silencio; por no ser capaz de aprender a vivir sin todo ello, sin Ti.

Yo también; siempre confíe 

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_Pues entonces, escúchame, hazme caso, deja de decir tonterías… ¡que vida ni qué niño muerto!:

 

(Sonrisa) «¡La Vida fui yo quien la dio a ti Hija!

No olvides jamás que — solo tuya es —

Vívela, no te la di como supervivencia».

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(Sonrisa) «Te adoro ¡Papi!»

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Lola.